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El manejo de las propias emociones: La clave para los estilos de crianza de niños positivos y eficaces

Woman and child nose to nose in a bed

En este artículo se trata la influencia que tienen las reacciones de los padres en el comportamiento de los niños más pequeños y se proporciona orientaciones sobre las mejores maneras de responder que ayudan a calmar a los niños con mayor facilidad, y aprender mejores aptitudes.

Ser uno de los padres de un niño pequeño es una experiencia intensamente emocional. Está el placer puro de acurrucar, acariciar con la nariz, jugar, reír, explorar y disfrutar del crecimiento diario y los descubrimientos de su bebé. Y luego están los desafíos —los momentos de estrés, enojo, frustración y resentimiento— de no saber qué significa el llanto de un bebé y cómo calmarlo, las exigencias totalmente irracionales de un niño pequeño o el comportamiento agresivo de niño mayor hacia un nuevo bebé. Estas experiencias naturalmente evocan fuertes sentimientos que pueden ser difíciles de manejar.

Pero es importante estar a tono con estos sentimientos y manejarlos porque la manera en que usted reaccione en estos momentos es lo que marcará la diferencia en el desarrollo de su hijo. Su respuesta afecta la capacidad del niño de aprender aptitudes buenas para hacer frente a las circunstancias y guía su comportamiento futuro. Imagine a un niño de dos años que se derrumba porque no puede lidear con el hecho de que usted le dio su cereal en el tazón azul en vez de en el tazón rojo que es su favorito (por más que parezca increíblemente irracional, así es la vida con un niño pequeño). Si usted reacciona con enojo y frustración, es probable que perturbe más al niño en lugar de ayudar a calmarlo y hacer frente a la situación. Aprender a manejar sus propias reacciones es una de las maneras más importantes en que usted puede reducir su propia aflicción y la de su hijo. También le enseña a los niños a manejar sus propias emociones, una aptitud que les ayuda a tener un mejor rendimiento en la escuela y a formar amistades y otras relaciones a medida que van creciendo.

Por cierto que manejar emociones fuertes y negativas es mucho más fácil decir que hacer. Pero vale la pena el esfuerzo, porque la recompensa es enorme, para usted y para su hijo. He aquí algunos principios y estrategias de orientación útiles:

Esté a tono con sus sentimientos

Los sentimientos no son algo que está bien o está mal. Es lo que usted hace con sus sentimientos lo que puede ser útil y dañino. Lo que es más importante es que usted esté a tono con sus sentimientos y los reconozca de modo que pueda tomar una decisión consciente —y no una reacción refleja— sobre la mejor manera de responder.

Considere el comportamiento en el contexto del desarrollo y temperamento de su hijo.

Es crucial tener expectativas apropiadas porque el significado que usted le asigne al comportamiento de su hijo ejerce un efecto en cómo usted maneja sus propias emociones y reacciones al comportamiento en cuestión. Si usted considera que el comportamiento es manipulador o hiriente a propósito (por ejemplo, morder, pegar), es más probable que usted reaccione de maneras que van a empeorar en lugar de calmar a su hijo. Y las reacciones intensas y enojadas rara vez dan lugar a enseñar buenas habilidades para enfrentar problemas. Si en lugar de ello usted considera estos comportamientos en el marco del desarrollo normal, usted puede acercarse a su hijo con empatía, haciendo que sea mucho más probable que usted responda calmada y eficazmente.

Recuerde: Usted no puede hacer que su hijo haga algo, como comer, dormir, hacer pipí o popó, hablar o dejar de tener una rabieta.

Lo que usted sí puede controlar es cómo usted responde a las acciones de su hijo, ya que esto es lo que guía y moldea su comportamiento. Si tener una rabieta da lugar a más tiempo frente al televisor, ir a la cama más tarde o sencillamente conseguir más atención de parte de usted (un objetivo importante para los hermanos mayores que están haciendo frente a grandes rivalidades), su hijo pequeño atará cabos y llegará a una conclusión importante: “¡Las rabietas funcionan! ¡Excelente estrategia! Pongamos eso en la columna de los que ganamos.”

Cómo juntar todo eso

El escenario:

Jaime, que tiene tres años, le anuncia a su madre, Laura: “Tú eres la mamá más mala y te odio”, y luego le da patadas después de que Laura le dice que su cita para jugar se ha acabado, es hora de que Liam se vaya a su casa.

Paso 1. Esté a tono con sus sentimientos:

Laura se siente furiosa y quiere decir: “¡Tú eres el niño más malagradecido que existe! Liam ha estado aquí dos horas y yo he dejado todo lo que tenía que hacer para supervisar, hacer galletas contigo, instalar el equipo de pinturas, etc., etc. ¡Nunca es suficiente!” Pero ella sabe que reaccionar con enojo no le enseñará nada a su hijo y tan solo aumentará la aflicción de los dos. Ella respira profundamente y piensa en cómo responder para ayudar a Jaimea aprender a manejar sus emociones fuertes y aceptar el límite.

Paso 2. Esté a tono con su hijo y acéptelo:

Aquí es donde vale la pena tener las expectativas adecuadas. Laura se recuerda a sí misma que a los tres años, los niños en gran medida todavía son impulsados por sus emociones y que el objetivo es ayudar a Jaime a aprender a hacer frente a las frustraciones y las desilusiones de la vida. Entonces le dice en forma calmada: “Sé que estás triste y enojado porque Liam tiene que irse a su casa. Te divertiste tanto jugando con él. Siempre es difícil cuando se termina una cita de juegos. Pero vas a estar bien.” Es muy importante comunicar que usted confía en que su hijo puede manejar sus sentimientos difíciles. Cuando usted se presenta para hacer que todo mejore, inadvertidamente usted está enviando el mensaje de que él no puede manejar la desilusión, lo que hace que sea menos probable que aprenda esta habilidad importante.

Paso 3. Si su hijo le tira el anzuelo, no lo coja:

Los niños pequeños utilizarán cualquier estrategia posible para conseguir lo que quieren, como más tiempo frente al televisor o un postre extra, o para evitar hacer algo que no les gusta, como vestirse por la mañana o cepillarse los dientes. La mejor manera de eliminar comportamientos que usted cree que no le servirán a su hijo en el mundo real es hacer caso omiso de ellos. Así es que en este caso, significa que Laura n no va a responder a la provocación deJaime : “Tú eres la mamá más mala…” No permite distraer la atención del límite que ella está fijando, que es por lo general el objetivo de tirar un anzuelo: controlar las acciones de otros y evitar algo con lo que el niño se siente incómodo.

Paso 4. Fijar el límite y proporcionar alternativas:

“Está bien estar triste y enojado, pero no está bien patear. Patear lastima. Yo sé que tú no quieres lastimarme, solo se te está haciendo difícil controlar tu cuerpo porque estás tan molesto. Entonces, tienes dos opciones: haces una pausa para calmar tu mente y tu cuerpo o puedes venir a ayudarme a poner las zanahorias en la ensalada para la cena.” Si Jaime todavía no puede calmarse, Laura pasará a hacer otra cosa, demostrándole con sus acciones que ella puede tolerar que él esté descontento o desilusionado y que confía en que él tiene la capacidad de calmarse. Esto le deja a Jaime la opción de seguir molesto o calmarse y pasar algo de tiempo con su mamá.

El manejar las propias emociones le ayuda a usted a sentirse más en control y le libera para responder aún a los comportamientos más desafiantes de manera calmada y eficaz.

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