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Crear rutinas de amor y aprendizaje

A toddler sleeps in bed with her mother.

Las rutinas aportan los dos elementos clave necesarios para el aprendizaje: los vínculos y la repetición.

Para la mayoría de las personas, la vida es un conjunto de patrones, rutinas que hacemos casi todos los días, como comprar el café del desayuno en el mismo lugar de camino al trabajo. Esto también se aplica a los bebés y niños pequeños. Somos responsables de la creación de rutinas en las vidas de nuestros pequeños, aunque no nos demos cuenta del rol que desempeñan en su desarrollo.

Rutinas y autorregulación

Las rutinas permiten que los bebés y los niños pequeños aprendan a regularse.

Las rutinas constantes, las actividades que se realizan a la misma hora y de la misma forma cada día, se traducen en confianza y generan una sensación de seguridad para los pequeños. Ya sea la hora de jugar, de comer, de tomar una siesta o del regreso de un ser querido, saber lo que sucederá permite que los bebés y los niños pequeños desarrollen seguridad y estabilidad emocional. Les enseña a aprender a confiar en que los adultos que los cuidan les darán lo que necesitan. Si los niños tienen esta sensación de confianza y seguridad, son libres para “hacer cosas de niños”, que es jugar, explorar y aprender.

Rutinas y luchas de poder

Las rutinas fortalecen los vínculos y reducen las luchas de poder.

Las rutinas estables permiten que los bebés y los niños pequeños se anticipen a lo que vendrá. De esta forma, ganan confianza y un sentido de control, como cuando los padres dicen: “Es hora de dormir. ¿Nos lavamos los dientes ahora o después de ponernos el pijama?” Las rutinas también limitan la cantidad de “no” y las correcciones de comportamiento que requieren los niños pequeños durante el día, ya que pueden anticiparse mejor a lo que vendrá: “Sé que quieres una galleta, pero ahora es momento de ordenar. Y, después de ordenar, comemos”.

Rutinas y seguridad

A child holds hands with an adult.

Las rutinas guían el comportamiento positivo y la seguridad. Las rutinas funcionan como las instrucciones: guían las acciones de los niños hacia un objetivo determinado. El uso de rutinas responde a varios motivos, pero los dos más importantes son garantizar la salud y la seguridad de los niños y ayudarles a aprender comportamientos positivos y responsables. Por ejemplo, los niños se lavan las manos antes de comer o se toman de la mano de un adulto para cruzar la calle. Otro ejemplo: George tiene dos años y le encanta jugar con sus camiones a la tarde, mientras su mamá alimenta a Kira, la bebé. Cuando mamá termina, es hora de ir a buscar a papá a la parada del autobús. Deben guardar todos los camiones antes de salir. La mamá le avisa a George que es hora de ordenar haciendo sonar una campana especial y le dice “Sr. conductor, es hora de guardar los camiones en el garaje”. Uno a uno, George sube los camiones por una rampa de bloques y los guarda en el baúl. Hacen esto todos los días. George sabe que encontrará sus camiones donde los dejó el día anterior, en el baúl. También sabe que después de guardar los camiones, verá a su papá y eso siempre le pone muy feliz.

Rutinas y habilidades sociales

Las rutinas sustentan y permiten desarrollar las habilidades sociales de los niños.

A medida que crecen, los bebés se relacionan con más personas y comienzan a incorporar patrones y rutinas de interacción social. Los saludos y las charlas con otras personas son ejemplos de interacciones de rutina que enseñan habilidades sociales. Estas interacciones también son oportunidades de ayudar a nuestros niños a desarrollar las habilidades de lenguaje.

El juego y las comidas son dos rutinas muy sociales para niños y adultos por igual. Los niños aprenden habilidades sociales importantes, que les serán útiles más adelante en la escuela, a través de conversaciones, toma de turnos, compartir juguetes, aprender a esperar y ayudar a otros mientras hacen estas actividades.

Rutinas y transiciones

A child stands and listens as an adult reads her a story.

Las rutinas ayudan a los niños a afrontar las transiciones.

Según el temperamento del niño, las transiciones entre las actividades pueden ser simples o más difíciles. Pasar del juego al almuerzo, del almuerzo a la tienda, de la tienda a casa… y, en especial, a dormir puede volverse un gran desafío. Las rutinas (como las rutinas de sueño) ayudan a que las transiciones sean más fluidas. Algunos padres usan un temporizador o un “aviso de 5 minutos” a fin de preparar a los niños pequeños para un cambio de actividad. Otros padres usan un libro, una canción o un juego especial. Los rituales especiales también sirven para hacer la transición entre un cuidador y otro, como vemos en este ejemplo de rutina:

Todos los días, Leke y su mamá cuentan los pasos que dan de camino a la guardería. Dejan el abrigo y el almuerzo en el compartimento de Leke. Luego van al área de juguetes, donde ya hay otros niños. Leke toma un juguete. Se dan “besos mariposa” con su mamá y ella le dice adiós con la mano.

Rutinas y felicidad de los padres

Las rutinas también son satisfactorias para los padres.

Las rutinas y los rituales no solo simplifican las transiciones para los niños, también ayudan a los adultos con la crianza. Las primeras etapas de la maternidad y la paternidad pueden ser abrumadoras y poner una presión excesiva sobre la pareja. Continuar con los rituales de pareja de los primeros años (como salir de noche o irse de vacaciones) puede ser útil. También pueden adoptar un ritual especial de su propia infancia, como un libro que les leían o un desayuno especial los sábados, para suavizar la transición de pareja a familia.

Rutinas y aprendizaje

Las rutinas son una gran oportunidad para aprender.

A menudo, las rutinas diarias se entienden como simples actividades “de mantenimiento”: comer, hacer mandados, prepararse para ir a dormir, bañarse. No obstante, estas acciones diarias son grandes oportunidades para respaldar el aprendizaje y el desarrollo de los niños, al tiempo que se divierten. Las rutinas nos ofrecen la oportunidad de desarrollar la autoestima, la curiosidad, las habilidades sociales, la autorregulación, las habilidades de comunicación y mucho más. Veamos este ejemplo de hacer compras:

Midori (2 años) y su mamá recorren el supermercado. Midori señala las manzanas y la mamá le dice: “¡Mira! Hay manzanas rojas y manzanas verdes. ¿Te gustan?” Le da una a Midori para que la toque: “Es muy suave, ¿no?” La mamá toma una bolsa de plástico y le dice a Midori: “¿Me ayudas a elegir algunas para llevar a casa?” Juntas, cuentan cinco manzanas y las colocan en la bolsa. Midori se esfuerza por ayudar, pero esas manzanas son muy difíciles de agarrar. ¡Necesita las dos manos para poner una en la bolsa! “¡Fantástico!”, le dice su mamá, “Gracias por ayudarme”.

Con esta simple interacción en la sección de frutas, se abren las puertas para practicar habilidades de lenguaje, tomar turnos, conversar, usar los sentidos y aprender los números. Además, es una oportunidad para fomentar la autoestima y la confianza de Midori, ya que la mamá le hace saber que sus ideas e intereses son importantes. La mamá de Midori también le hace saber que puede hacer cosas importantes, como elegir las manzanas y ponerlas en la bolsa.

Las rutinas aportan los dos elementos clave necesarios para el aprendizaje: los vínculos y la repetición. Disfruten de estos momentos “simples” con su hijo. Si se divierte cuando están juntos, también está aprendiendo.

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